Es un estimulo químico del cerebro, contesto ella con certeza.
Mientras miraba a mi alrededor, preguntándome... idioteces de la vida.
El catedrático tomo un receso obligado, al ser llamado para no se que.
Ella se acerco a mi con un hola tan frió,
no era necesario ser un adivino, le interesaba algo de mi,
no mal entiendan, me refiero a que quizá quisiera mis apuntes,
cosa algo imposible, nunca tomo apuntes en clases ni en nada,
que podría desear, claro la respuesta era obvia, no es normal
que un recién ingresado a la carrera humille a su catedrático, y
menos demostrando que la tesis con la cual obtuvo su doctorado
fuese una laguna de errores e incongruencias.
Pero no acerté ni por cerca.
La pregunta que realizo me dejo helado,
un gusto conocerte, deberíamos hablar un poco mas,
no me gusta relacionarme con gente mediocre, es decir
los otros 22 homo-sapiens en esta habitación.
Creí que seriamos interrumpidos por el catedrático
volviendo al aula de clases.
Pero aquella narrativa siguió por 20 minutos.
Esa vez me deje llevar.
Me hallaba en el peor recinto de todos,
la llamada cafetería, o cafe como estúpidamente
acortan su nombre.
Tenia que aislar sus alaridos y ruidos obscenos,
opte por usar mis audífonos de 30hz y 6 ohmios de salida
pre-amplificada.
Perfecta elección, ese día pude disfrutar de 90 minutos
de paz.