Un día soleado sobre la ciudad se elevaba.
A las diez de la mañana parecía que todo iba viento en popa,
de no ser por ese pequeño incidente de hace unos minutos,
dejar caer su reloj de bolsillo por un desagüe de agua lluvia
le había arrancado un grito a Walter.
Pero siendo hombre de convicciones continuo su camino,
mientras sacaba cuentas metales de cuanto le costaría reponer su
reloj.
El día parecía mejorar cuando entro a su cafetería favorita,
no solo estaba allí el mejor café que había probado, o esos
místicos te que lo llevaban por la India muchas veces.
Es más no le presto mayor atención a aquel pan de
repostería recién hecho. En la mesa de la esquina superior
izquierda estaba Angie. En ángel de Walter. Su luz y por
supuesto su amor.
Aunque ella no lo sabía, -aun-.
Angie le hizo señas para que le acompañase, sin dudarlo
y mostrando su mejor sonrisa procedió el camino hasta
donde esta se encontraba.
Walter no resistio y pidió un te de flores y hierbas de la India,
el más caro que ofrecía aquella cafetería. Pero estar al lado de
su amada, merecía lo mejor para acompañar tal exquisito momento.
Angie miraba los rayos de luz que se colaban por la ventana,
soltaba una sonrisa cuando veía el multicolor que se formaba
en el cristal. Y Walter sentía desmayar solo de ver esa sonrisa.
Eran una pareja perfecta, ambos rondaban los 28 años de edad.
A ninguno se le conocía una relación seria, ni siquiera pequeñas aventuras.
Walter un economista formidable, un triunfador.
Angie con un cuerpo exquisito, diseñado, esculpido por dioses.
Ambos introvertidos. Ambos con una conexión alma a alma.
Pero nadie sabia porque nunca habían formalizado una relación.
Walter -dijo Angie con una voz de terciopelo e hizo una pausa.-
Walter, creo que solo tu entenderás las palabras que he de decir.
Wlater estaba fuera de sus cabales, en un éxtasis ante la belleza
de Angie. Dime, musa de poetas. -Dijo Walter como un alago directo-
Walter, he pensado en la vida que llevo como algo sin retorno.
Y eso me enoja mucho. -Dijo Angie con una gestos muy marcados.-
¿Sin retorno? Para que retornar la vida. Somo los que somos por lo bueno,
lo malo, lo inteligente y lo tonto que somos. -Respondio Walter, tratando de filosofar con Angie-
Lo se, pero dime es que acaso no quisieras rehacer tu pasado, ser distinto
al de hoy.
O simplemente disfrutar de otra epoco.
Que me dices, no te gustaría estar conmigo en Woodstock. -Dijo Angie, con una
sonrisa sugerente-
Walter no sabia que le gustase el rock clasico.
Sin duda seria una gran exprencia, penso en voz alta.
Angie lo abrazo con fuerza.
En ese momento Walter siento algo de tristeza.
No en su rostro, si no en su corazón.
Angie, ¿te encuentras bien? -Pregunto Walter algo nerviso-
La verdad no, como tu dices yo he forjado la Angie de hoy.
Pero que si quiero cambiar eso.
Cambiar mi pasado.
Hacer lo que nunca me atreví.
Si tan solo pudiera volver a un día especifico de mi historia,
y corregir aquello.
Walter estaba asustado, no sabía que contestas.
Y como si de una bomba se tratase, Angie lanzo las palabras que
marcarían la vida de Walter.
Ese evento, dijo Angie, de mi pasado tiene que ver contigo.
Tiene que ver con una calle bajo lluvia.
Con un arco iris nunca visto.
Sujeto las manos de Walter.
Lanzo una fecha, 24 de enero de 2002.
Walter recordaba muy poco de esos años.
Dejo de prestarle atención al ayer desde hacia mucho tiempo.
¿Qué paso ese día? Dijo Walter.
Sabía que no recordarías.
Si te pregunto la fecha que nos hicimos amigos,
me la podrías decir.
18 de Septiembre de 2009, contesto Walter de inmediato.
Había memorizado tal fecha desde que se enamoro de Angie.
(Un 1 de septiembre de 2010)
Impresionante, replico Angie.
Y nos conocimos dos meses antes, o eso es lo que tu recuerdas.
¿Lo que yo recuerdo?
El 24 de enero de 2002, fuen un día de lluvia torrencial.
Tu esperas en la paraba de taxis, cuando yo llegue.
Mi paraguas se había dañado por la presión del agua lluvia.
Tu como todo un caballero me diste el tuyo y me cediste el taxi.
El conductor del taxi, te dijo que netras tu también, para refugiarte de
la lluvia, no nos cobraría nada.
Walter estaba asustado, ya recordaba aquel día.
Y ya sabia por que el paraguas de Angie le era tan familiar.
Por que nunca lo mencionaste, Angie. Todo este tiempo.
Nunca tuve el valor, por que desde esa tormenta, mi corazón
palpita en tu busqueda.
Walter desde ese día no he deseado estar con nadie más que tú.
Walter estaba congelado, hecho añicos. Tanto tiempo buscando una forma
de declarar su amor. Tanto tiempo buscando una historia que contar.
Y de repente esa historia ya se había vivido.
Esta obra está bajo una
licencia de Creative Commons.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario