martes, 8 de septiembre de 2009

El Ahorcado y el niño

Por que lo llaman dolor,
el ardor de la herida,
el sofoque,
la asfixia.

La horca le esperaba,
mas no desesperaba.
Sabia que cumplía
su condena.

En el destierro de lo terrenal,
negando al dios crucificado,
segándose,
llevándose al infierno
su ultima bocanada.

Se convirtió en leyenda,
en aquel pueblo
la paz no volvió.

En aquel momento,
cuando su horca se desvelada frente de el,
alcanzo con su vista,
ver el fruto de su compasión.
Aquel niño que dejo con vida,
en la muchedumbre se veía.

La un mueca en forma de risa,
erizo hasta al juez.
Nadie lo encendió,
la paz de sus ojos encendía la furia,
la furia de los que pedían justicia.

La brujería y la hechicería,
eso se miraba con compasión,
aquel hombre que devoro,
mil niños en un noche,
se iba a su tumba,
nadie cargo su ataúd,
si no que lo lanzaron al un pozo.

Su herencia se repartió sin murmullos,
la familia apenada,
reparar el error no pudo.

Quien no temió en la noche,
se oía un quejido.
Era aquel niño, el único sobreviviente,
de aquella masacre.
Había sacado del pozo al cadáver,
y daba de golpes esperando despertarlo,
lloraba y gritaba por unirse con los suyos.

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