Bajo las mascaras,
rostros inertes ante la felicidad.
Tan predecible nuestras jugadas,
que nos paso esa noche,
acaso fue el licor de tus labios,
la bruma del ocaso,
la locura de tus ojos,
la lujuria de tus caderas.
Las reglas eran claras,
nadie debía enterarse,
no tenían porque.
Mi corazón acelerado,
corría y corría,
deseando que la hora
llegara.
Esa noche,
ese baile anónimo,
eso que vive en la nostalgia,
en lo que no he vivido.
Vivir ese guion que dicta
mi imaginación,
llevarte a la luna,
a lo profundo,
y nunca escapar,
vivir
y solo eso.
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