Nadie a quien llamar,
solo mi locura me acompaña.
Desearía exorcista los demonios de mi pasado,
y los que el porvenir me prepara.
Que has hecho,
que he hecho,
si solo me queda gritar
a oídos sordos.
Con que se cura esta locura,
con que alimento esta ironía,
quien comprende la mente
de un vagabundo de este planeta.
Me quedan canciones,
me quedan los días,
me queda el mar de las ironías.
Donde ir,
donde morir.
Lagunas entre secas,
mares salados de soledad,
murmullos a medias.
Ilusiones sombrías,
que existen solo en mi caos,
eliminado las alas,
destruyendo el poco orden que me quedo.
Oye mis gritos ahogados,
dame agua de beber,
dame licor de tus labios,
dame una guerra.
Duermo,
sueño,
caigo,
muero,
en un instante vivo,
y al otro en mi infierno estoy.
Que me servirá de consuelo,
quien reparar mi armadura rota,
quien tomara en sus manos mi alma,
y la dejara descansar.
Quien me sacara de esta pesadilla,
quien curara mi ironía,
con quien comparto mi locura,
si esta noche no tengo a quien llamar,
y el hechizo de la madrugada me llama.
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