martes, 5 de octubre de 2010

Deseos de un corazón bohemio II: El final.

Es estúpido sentir que he perdido algo,
si nunca he tenido nada.
Nunca han pronunciado mi nombre,
nunca han creído.
Sentir dolor cuando nadie tortura,
romper tus horas en pensamientos,
tan absurdo.

Nadie nunca vio lo que era,
nunca más nadie me vera.
El sol consumió mis ideas,
la luna lleno mis mares de indecisión.

El corazón me estallo en las manos,
murió mi alma, mi espíritu se quebro.
Corre el llanto, a través de lagrimas de cristal.
Avanza el tiempo y nadie lo entendió.

Los fantasmas del camino han de darme la razón,
decir adiós no me parece propio.
Es inútil ya, el desear.
Quien tuvo la oportunidad un día y no la reconoció.

Ame tanto en esta vida, y así de grande fue el desprecio,
fui leal en este camino y así recibe mi traición.
Dije hola pocas veces,
recibí tantos adiós.

Ya no puedo racionalizar más,
llegue a mi limite.
Llegue tan lejos como pude,
no me juzguen por que he dado más de mi.
Créanme ya no soporto este mundo,
cada día parece estar hecho en mi contra,
y el frío de las noches llama a lo salado de mis lagrimas.

Si en eras pasadas mis sueños eran imposibles,
si el futuro distante parecía darme la espalda
y si este presente me arranca de sus anales,
quien soy yo, simple mortal, para llevar la contra.

Vivi en paz, y en silencio me han de sepultar,
las alegorías soñadas dan un paso atrás,
ya nada más quedan pocos minutos de silencio.

Nadie me juzgaba, nadie podía conmigo,
pero cuan pequeño parecía ante la sociedad.
Nunca entendí este juego, me perdí al nacer,
no tuve la oportunidad de comprender.

Crecí para morir tal cual mortal,
pero aun no se porque.

Quien me conoció, un día,
y lee esto no lo vea como despedida,
ni como un hasta luego,
velo como un manifiesto de un alma bohemia,
un alma que se perdió en busca de refugio,
que se incendio en el fuego de la vida misma.

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