viernes, 27 de agosto de 2010

Historias IV

Contemplo los anhelos de la ira,
el deseo de subir a lo alto y de gritar.
Esos deseos que saltan al toque maestro,
que danzan en la llagas de este corazón.

Quien no ha visto caer su cielo a suelo,
quien de ciego no desea ver el horizonte.
Sentir es algo vano, cuando ya nada te sorprende en este mundo.
Caigo de rodillas, y que más da.
Si nunca fui ni un céntimo de mis sueños.
Escape cada segundo que pude,
solo para morir en manos de la amargura.

Y ya casi me olvidaba,
y me vi sentado sobre praderas de rojo atardecer,
teñidas de mansos deseos,
para ver un horizonte de miedos.
Ya no queda mucho que hacer,
que decir en casos como estos.

El epitafio de un hombre puede ser aburrido
por dos motivos, que se mencionen siempre sus obras,
o por que era un hombre aburrido.
Y es que ver a a muerte como final e inicio me parece burdo,
pero aun mas burdo seria pensar en un final definitivo.
Hay ciclos que seguir ante todo.

Por más que lo intentes caerás una y otra vez,
de vez en cuando alguien te levantara,
de vez en cuando veras tu sangre humedecer el blanco polvo.

Ya nada se da en estos tiempos,
se pide y hasta se necesita,
pero ya ni el sagrado saber se respeta.
Por eso decidí huir, al ver que no podía
cambiar un mundo devastado en su ignorancia,
me prepare para lo mas grande, pero solo caí en lo más bajo.
Pocos o ningunos conservaron algo de fe,
y ser comparado con el tumulto de esa plaga me causaba escalofríos.
Busque y no halle.
Me sacrifique una y otra vez,
y en vano mi cuerpo se inmolo.

De aquello que mas orgullo tengas cuidalo, haz uso de el,
que sea bendito. Por que la final es probable que termines como yo.
Por que no creo que sea el único mortal con tal suerte.
O quizás si.

Y para decir adiós:
“Me despido mi Dulcinea”

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Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

1 comentario:

Anónimo dijo...

wow!!!!!!!! que bonito esta de verdad te felicito:)